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Todo en esos momentos respiraba
una pureza mística;
las luces matinales que alumbraban
la ignorada capilla
los cantos religiosos que pausados
hasta el cielo subían
el aroma suave del incienso
al perderse en espiras
las voces interiores de otro mundo
sonoras y tranquilas,
los dulces niños colocados junto al altar de rodillas
y hasta los viejos santos en los lienzos
de oscura vaga tinta
bajo el polvo de siglos que los cubre
mudos sonreían.
Poema que data posiblemente del 8 de diciembre de 1875, revisado tal vez el 8 de diciembre de 1881.
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